Los Españoles
LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES
LA REGIÓN DEL TUCUMÁN
La región del Tucumán comprendía aproximadamente lo que hoy son las provincias de Jujuy, Salta,
Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Córdoba. El vocablo Tucumán, según Lizondo Borda, proviene del nombre de un antiguo cacique llamado Tucma. De allí la derivación de Tucmanahaho, «pueblo del cacique Tucma», ya que en lengua cacana, ahaho significa pueblo.
Para Orestes Di Lullo el nombre Tucma, Tucuma o Tucumán proviene del quichua «tucuna» que significa «algo que se ha de acabar», referido al dominio del inca.
Nos inclinamos por esta última interpretación, ya que precisamente era la región del Tucumán el último bastión del imperio incaico.
Diego de Rojas:
En 1.536, Diego de Almagro había incursionado por la región del Tucumán en su paso para Chile, pero la primera expedición que penetró en territorio santiagueño fue la de Diego de Rojas.
El gobernador del Perú, Cristobal Vaca de Castro, nombró al capitán Diego de Rojas, que había sido gobernador de La Plata (Charcas), para reconocer la región del Tucumán. Este organizó la expedición en sociedad con Felipe Gutierrez y Nicolás de Heredia. Las «entradas» a regiones no conocidas, se hacían a costa de los conquistadores, que en compensación, recibían títulos, cargos y encomiendas de indios.
En 1.543 partió Diego de Rojas desde el Perú con unos cien hombres. Luego debía seguirle Gutiérrez y más tarde Heredia, con cien hombres más entre los dos. Pasó por Chicoana, en el valle Calchaquí, hasta llegar a los llanos tucumanos. Tras continuos enfrentamientos con los aborígenes, penetró en territorio santiagueño por las sierras de Guasayán, reforzado con las tropas de Gutierrez, que lo habían alcanzado.
Muerte de Diego de Rojas y fin de la expedición
En la zona de maquixasta (Maquijata) actual departamento Choya, en 1.544, en un enfrentamiento con los Tonocotés, Diego de Rojas fue herido en una pierna con una flecha probablemente envenenada y finalmente murió. Durante su enfermedad fue atendido por Catalina de Enciso, mujer de Gutiérrez, a quien se acusó de envenenar al jefe de la expedición para que su compañero asumiera el mando. Antes de morir, Diego de Rojas, creyendo los rumores que circulaban en el campamento sobre el supuesto envenenamiento por parte de la Enciso, designó jefe a Francisco de Mendoza.
Mendoza, al tiempo que desterraba al Perú a Felipe de Gutiérrez y a su mujer, continuó viaje hacia el este, hacia Soconcho, y a orillas del río Dulce estableció el fuerte Medellín. No bien subordinó bajo su mando a Nicolás de Heredia, que recién llegaba del Perú tras una penosa travesía, siguió por el país de los Diaguitas, recorriendo las actuales provincias de Catamarca, La Rioja y norte de San Juan, hasta entrar en Córdoba por el valle de Calamuchita en 1.545. Allí, entre los Comechingones, levanto el fuerte de la Malaventura. La importancia de esta empresa reside, en que fue la primera que realizó un reconocimiento efectivo de la región del Tucumán, base para expediciones pobladoras posteriores.
Núñez de Prado:
A mediados del siglo XVI, el licenciado Gasaca acababa de poner fin a una guerra civil en Perú y se veía en la necesidad, como antes Vaca de Castro, de emplear a la soldadesca que se encontraba desocupada y promovía desórdenes.
Encomendó a Juan Núñez de Prado que organizara una expedición para fundar una ciudad en el Tucumán con el objeto de extenderse hacia el sur del Perú y de buscar en el futuro, una salida hacia el océano Atlántico. Para convertir a los indios al cristianismo, mandó con él a dos sacerdotes dominicos.
Núñez de Prado partió de Potosí a fines de 1.549 y el 29 de Junio de 1.550 fundó una ciudad en el valle de Gualán (actual territorio de la Provincia de Tucumán) y le puso por nombre El Barco, en honor a La Gasca que había nacido en El Barco de Ávila (España). Realizó el trazado del poblado, conformó el Cabildo y distribuyó los indios en encomiendas.
Estando allí instalado se planteó el primer conflicto de jurisdicción con tropas chilenas, que al mando de Francisco de Villagra, obligaron a Núñez de Prado a reconocer la dependencia de su ciudad respecto de la gobernación de Chile. Una vez que se retiraron Villagra y sus hombres, Núñez de Prado desconoció su autoridad y decidió trasladar la ciudad. En 1.551 la ubicó en el valle de Quiriquiri (actual provincia de Salta) y cambió su nombre por el de El Barco del Nuevo Maestrazgo de Santiago.
Poco duró en esta ubicación ya que al año siguiente, por los ataque continuos de los naturales y cumpliendo órdenes de las autoridades del Perú, la trasladó nuevamente a orillas del río del Estero (hoy río Dulce), cerca de la actual Santiago del Estero.
Francisco de Aguirre:
El gobernador de Chile Pedro de Valdivia, por creer que El Barco estaba dentro de su territorio, designó gobernador de esta ciudad a Francisco de Aguirre (destacado capitán que había luchado en Europa y América) y lo envió a tomar posesión de ella.
Aguirre, apenas llegó a territorio santiagueño a fines de 1.552, se apoderó de la ciudad, designó otras autoridades, organizó un nuevo cabildo, apresó a Núñez de Prado que estaba explorando en las cercanías y lo envió prisionero a Chile. Despachó de inmediato al Perú a los sacerdotes dominicos y aún no conforme, decidió trasladar la ciudad a corta distancia de su antigua ubicación, por estar demasiado expuesta a las crecidas del río. Finalmente le cambió su nombre primitivo por el de Santiago del Estero.
La bautizó así por que el día de su «Fundación» coincidió con el día de Santiago Apóstol (25 de Julio) y le agregó la palabra esteros por los muchos bañados que encontró en la región.
Fte. María M. Tenti de Laitán – 1.997
Castro Mario Alejandro – 1.981
Datos biográficos
Francisco de Aguirre nació en Talavera de la Reina (España) en 1.500.
Sus padres fueron Hernando de la Rúa y Constanza de Meneses.
Se inició a los 25 años en la carrera de las armas y combatió en Italia, destacándose por su valentía, arrojo y caballerosidad.
En 1.534 llegó a las tierras americanas costeándose por si solo los gastos del viaje, los empleados que trajo y las armas.
Posteriormente volvió a la ciudad de Chile para unirse con su amigo Don Pedro de Valdivia, quien lo nombró alcalde de la ciudad de Santiago en esas tierras y posteriormente fundó la ciudad de La Serena.
Luego de la fundación de nuestra ciudad, fue tres veces gobernador donde realizó una gran obra.
Francisco de Aguirre falleció en la ciudad de La Serena en el año 1.581
Santiago del Estero
«Madre de Ciudades»
Los problemas de jurisdicción entre Chile y Perú por la posesión de Santiago del Estero y de otras ciudades que se habían fundado a partir de ella, concluyó cuando el rey Felipe II, por Real Cédula de 1.563 creó la gobernación del Tucumán, dependiente en lo político del Virreinato del Perú y en lo judicial de la Audiencia de Charcas. A partir de entonces se desarrolló una política fundacional con objetivos precisos que eran: consolidar las fundaciones en el noroeste para una mejor unión con el Perú por Charcas y buscar una salida hacia el océano Atlántico que permitiera una comunicación más directa con España.
Se considera a Santiago del Estero «Madre de Ciudades» por que desde aquí partieron expediciones que fundaron numerosas ciudades en el noroeste argentino. Por ello corresponde a Santiago, no solo el mérito de ser la ciudad más antigua del país, sino el también, haberle dado un sinnúmero de «hijas», muchas de las cuales subsisten en la actualidad y son pujantes cabeceras de provincias, mientras que otras desaparecieron como consecuencia de los avatares de la conquista.
Entre las primeras y correspondientes a la corriente colonizadora del norte que vino del Perú, encontramos Tucumán, Córdoba, Salta, La Rioja, Jujuy y Catamarca.
Entre las que sucumbieron por ataques de los indios, abandono de sus pobladores, y hasta por efectos de un terremoto como el caso de Esteco, encontramos a Londres (1.558), Córdoba del Calchaquí (1.559) y Cañete (1.560) fundadas por Juan Pérez de Zurita, Talavera de Esteco (1.567) y otras, todas establecidas con hombres y pertrechos santiagueños.
Santiago del Estero no fue solo «Madre de Ciudades», sino madre de toda la colonización del Tucumán. Aquí nacieron las primeras escuelas, el primer seminario, fue origen de la primera universidad, sede de la gobernación, del obispado, del gobierno militar, puerta para la introducción de semillas y ganados, cuna de la industria y el comercio exterior y foco permanente de irradiación de cultura.
En reconocimiento a sus méritos, el Rey Felipe II le otorgó en 1.557 el título «Muy Noble», además de un Escudo de Armas, símbolo de su nobleza.
Fte María M. Tenti de Laitán – 1.997
Cuadro Cronológico de los Primeros Gobernadores de Santiago del Estero (Siglo XVI – XVII)
Año 1.554 – Teniente Gobernador Juan Gregorio Bazán
Año 1.557 – Teniente Gobernador Miguel de Ardiles
Año 1.559 – Gobernador Juan Perez de Zorita
Año 1.561 – Gobernador Gregorio de Castañeda
Año 1.567 – Gobernador y Juez de Comisión Don Diego Pacheco
Año 1.569 – Gobernador Don Francisco de Aguirre
Año 1.570 – Teniente Gobernador Nicolás Carrizo
Año 1.572 – Gobernador Don Gregorio Luis de Cabrera
Año 1.574 – Gobernador Gonzalo de Alvreu
Año 1.580 – Gobernador Hernando de Lerma
Año 1.584 – Gobernador Alonso Cepeda
Año 1.586 – Gobernador Juan Ramirez de Velasco
Año 1.593 – Gobernador Hernando de Zárate
Año 1.595 – Gobernador Pedro de Mercado Peñaloza
Año 1.601 – Gobernador Martin de Leyba
Año 1.602 – Gobernador Francisco de Barraza y Cardenas
Año 1.606 – Gobernador Don Alonso de Rivera
Año 1.611 – Gobernador Luis de de Quiñonez Osorio
Año 1.619 – Gobernador Juan Alonso de Vera y Aragón
Año 1.626 – Gobernador Martin de Ledesma y Valderrama
Año 1.627 – Gobernador Felipe de Albornoz
Año 1.637 – Gobernador Don Francisco de Avendaño y Valdivia
Año 1.642 – Gobernador Gral. Gil de Ascaris Beaumonti y Navarra
Año 1.642 – Gobernador Baltasar Pardo de Figueroa
Año 1.644 – Gobernador Don Gutierrez de Acosta y Padilla
Año 1.650 – Gobernador Francisco Gil de Negrete
Año 1.651 – Gobernador Nestares Aguado
Año 1.655 – Gobernador Alonso de Mercado y Villacorte
Año 1.660 – Gobernador Don Gerónimo Luis de Cabrera
Año 1.662 – Gobernador Don Luca de Figueroa y Mendoza
Año 1.663 – Gobernador Don Pedro de Montoya
Año 1.664 – Gobernador Don Alonso de Mercado y Villacorta
Año 1.670 – Gobernador Don Angelo de Peredo
Año 1.674 – Gobernador Don Jose de Garro
Año 1.678 – Gobernador Don Juan Diaz de Andino
Año 1.681 – Gobernador Don Antonio de Vera y Mujica
Año 1.681 – Gobernador Don Fernando Mendoza Mate de Luna
Año 1.688 – Gobernador Don Tomás Felix de Argandoña
Año 1.696 – Gobernador Don Martín de Jauregui
Año 1.696 – Gobernador Don Juan de Zamudio
Sobre la Fundación de Santiago del Estero
El historiador Raúl Jorge Lima, en su libro «La Fundación de Santiago del Estero» brinda un panorama histórico reflexivo sobre la fecha. Juan Núñez del Prado y Francisco de Aguirre: la importancia de conocer nuestra historia.
25/07/2016 – (Artículo publicado en www.diariopanorama.com.ar)
El 25 de julio, celebramos el día de nuestra ciudad, «es la fiesta de la ciudad»; adherimos con entusiasmo a este festejo, porque es el día de Santiago Apóstol, patrono de las Españas y de América, y cuyo nombre está inserto en el de esta “Madre de ciudades” desde que le fuera impuesto por su fundador, el Capitán Juan Núñez de Prado: Ciudad del Barco del Nuevo Maestrazgo de Santiago, ya desde su segundo y tercer asentamiento.
Pero ¿Festejamos también el aniversario de la fundación de esta ciudad? Estaría mal que así lo hiciéramos, porque esta ciudad fue fundada el 29 de junio de 1550 por el mencionado Juan Núñez de Prado. Por lo tanto, cumplió 469 años de existencia, el último 29 de junio (de 2019).
Pero entonces ¿El Capitán Francisco de Aguirre no merece el monumento que en su honor se erige en la vieja costanera? Sí, lo merece. Lo merece porque en diciembre de 1555 y en febrero de 1556 envió bastimentos desde Chile (semillas, herrajes, armas, árboles…). Lo merece porque en 1563 fue designado gobernador de la flamante Gobernación del Tucumán, Juríes y Diaguitas, creada para terminar y poner fin al conflicto de jurisdicción con Chile y con capital en esta ciudad; y en 1569 volvió a ser designado Gobernador de la misma. En ambas ocasiones, con títulos perfectos. Y además fue un buen Gobernador. Merece, pues, dicho monumento. Pero no por ser el fundador, pues no lo es.
Dentro de los méritos de Francisco de Aguirre omitimos su actuación de 1553, por tres razones:
1)- La usurpación que llevó a cabo el 20 de mayo de 1553, contra todo derecho, no puede ser computada a su favor.
2)- El haber trasladado 1400 metros la ciudad usurpada (acto que irrazonablemente se confunde con su fundación) fue un acto poco trascendente; los propios vecinos del siglo XVI (en 1553 y en 1556) en momento alguno lo mencionan como acto fundacional; y esos mismos vecinos o sus hijos, en 1585, tampoco. Para los viejos vecinos, Aguirre socorre a la ciudad, Aguirre gobierna la ciudad; pero Aguirre no la funda.
3)- El mañoso cambio de nombre: “Barco en el Nuevo Maestrazgo de Santiago” por “Santiago del Estero del nuevo Maestrazgo”, con la velada intención de sembrar confusión al respecto, tampoco puede constituir un mérito para su autor”.
En septiembre de 2014 se presentó en el Centro Cultural del Bicentenario (CCB) el libro “La fundación de Santiago del Estero” del mismo autor que esta nota, el cual fue declarado de Interés Legislativo por la Honorable Legislatura de la provincia: “En este libro ratifico lo ya dicho por nuestros grandes historiadores (Orestes Di Lullo, José Néstor Achával, Eudoxio de Jesús Palacio, Luis Alén Lascano), sobre a quién debe considerarse el fundador de esta ciudad.
Es de destacar la admirable obra de esclarecimiento escrita por estos ilustres nombres, aún antes de que el descubrimiento de Gastón Doucet de 1981 aclarara definitivamente la cuestión. En consonancia, debemos dejar de lado de una vez la falsa creencia en un Francisco de Aguirre fundador de esta ciudad. Y la justiciera atribución del papel de fundador al Capitán Juan Núñez de Prado. A la historia de nuestra provincia le faltan -casi enteros- sus dos primeros siglos. Se han extraviado la gran mayoría de las Actas Capitulares de la segunda mitad del siglo 16 y de todo el siglo 17. La historia de la ciudad reflejada en esas actas, recién comienza en 1727. Solamente esa desgraciada circunstancia pudo hacer que se cometiera error tan garrafal como tener por fundador de esta ciudad a quien se apoderó de ella -sin derecho- en 1553, cuando tenía ya tres años de existencia.
Afortunadamente, las autoridades provinciales han emprendido en el año 2010 -y ahora casi culminado- la difícil tarea de reeditar por medio del Archivo Histórico de la Provincia, esas actas capitulares, habiéndose acrecentado con varias de los siglos 16 y 17, que se encontraban en la ciudad de Córdoba y en el Archivo General de Indias (Sevilla); hoy forman parte de la nueva colección. Se enriquece así, con estas actas ahora inéditas, la publicación de la Academia Nacional de la Historia que conocíamos de años atrás.
Motivó también la tan poco feliz decisión de 1952 (decreto provincial), la confusión a que indujo el tenor de cinco actas capitulares del siglo 18, que se refirieron al 25 de julio como el día en que se celebraba el día de la ciudad (por la misma razón por la que está bien que lo celebremos hoy: el día de Santiago Apóstol). Estas actas provocaron el error cometido por un esclarecido historiador como lo fue el Dr. Alfredo Gargaro y por dos comisiones (una provincial y otra nacional) que se expidieron en forma equivocada al respecto. Confusión a la que se sumó la premura por tener un fundador “oficial” para la visita del Presidente de la Nación a los festejos del Cuarto Centenario de la ciudad (Y con “números redondos: 1553-1953: cuatrocientos años). Distinta hubiera sido su postura si hubieran contado con los elementos con que ahora contamos y que no dejan duda al respecto.
Núñez de Prado y Aguirre ¿Cofundadores?
No hay peor mentira que una verdad a medias. Ante la contundencia de los elementos aportados por los ilustres historiadores mencionados, a lo que se sumó el decisorio descubrimiento de Doucet de 1981, ya no quedan partidarios de la opinión que tiene a Aguirre por fundador. Empero, en postura que pretende ser ecléctica (yo la llamaría diplomática, por no tildarla de timorata), he oído hablar de “co-fundación”, teniendo a Núñez de Prado y a Aguirre como cofundadores.
Negamos enfáticamente la posibilidad de que Núñez de Prado y Aguirre sean cofundadores. La única manera de que puedan existir cofundadores de una ciudad, es que dos o más personas fueran comisionadas para fundarla y así lo hicieran, participando del acto fundacional. Aguirre llegó a la ciudad, para apoderarse de ella con mandato de Valdivia, viciado de toda nulidad-, después de tres años de haber sido fundada por Núñez de Prado; y con el Cabildo de la ciudad funcionando a pleno.
¿Aguirre “refundador”?
Utilizando con licencia el término refundador, tampoco lo fue Aguirre de Santiago del Estero.
La palabra suele utilizarse -inapropiadamente- para casos como el de la ciudad de La Serena, en Chile.
Fundada por el Capitán Juan Bohón en 1544, con el nombre de Villanueva de La Serena, fue totalmente incendiada y destruida por la población indígena. Cinco años después (1549), por disposición de Valdivia, Francisco de Aguirre funda, en su mismo emplazamiento, la ciudad de San Bartolomé de la Serena.
Como vemos, el término se utiliza (con reservas) para alguien que vuelve a fundar (en el mismo lugar y con nombre igual o parecido), una ciudad que en forma previa había desaparecido totalmente. Nada que ver con nuestro caso. Por lo que, así como Aguirre no fue fundador, tampoco fue cofundador y tampoco fue refundador.
¿Aguirre definitivo poblador?
Es conocida la síntesis efectuada por ese ilustre historiador que fue Dn. Luis AlénLascano.
En ella expresa, con la acuidad que lo caracterizaba, que el de Santiago del Estero se trató de un proceso fundacional, en el que Diego de Rojas (el de la “Gran Entrada”) fue el precursor, Juan Núñez de Prado el fundador y Francisco de Aguirre el definitivo poblador. ¿Fue Aguirre -al menos- su definitivo poblador? Veamos: La ciudad, trasladada por Aguirre desde el Barrio La Católica a la actual avenida Alsina, tampoco quedó allí.
Hubo varios pedidos de Gobernadores al Rey para que éste autorizara su traslado (Ramírez de Velazco antes de terminar el siglo XVI.
Felipe de Albornoz en 1630, después de la gran inundación de 1628; autorización que le fue concedida por el Rey). Empero, creemos que, a despecho de esos traslados de la ciudad (solicitados, autorizados, oficiales y a realizarse de una sola vez), lo que hubo fue un paulatino reasentamiento de los vecinos hacia el noroeste, después de cada gran inundación del río; la de 1628 causó inmensos estragos y la de 1663 fue la última antes del asentamiento definitivo). Por lo que Aguirre sólo puede ser considerado el definitivo poblador sólo en el sentido acotado de traslado oficial y en conjunto, con el que es evidente lo utiliza tan prestigioso estudioso de nuestro pasado.
Pero, si nos atenemos a un sentido estricto de las palabras, tampoco fue Aguirre el definitivo poblador de la ciudad, puesto que ésta no quedó adónde él la asentó. Baste pensar que la ciudad recorrió menor distancia en el menguado traslado efectuado por Aguirre, que el que recorrió después en los sucesivos asentamientos a la que la obligó las arremetidas del río, desde 1553 hasta 1670 (su asentamiento definitivo, con el casco en su ubicación actual).
Con todo, es necesario no confundir esta postura -aceptable, con el alcance limitado que le hemos atribuido- con las manifiestamente desacertadas de considerar a Aguirre fundador, cofundador o refundador de nuestra ciudad. Cuando Aguirre usurpa la ciudad de Núñez de Prado el 20 de mayo de 1553, su Cabildo estaba en pleno funcionamiento, la cantidad de vecinos era ligeramente superior al contingente que Aguirre traía, y el propio Aguirre data la transcripción de su “toma de posesión” (con los títulos viciados conferidos por Valdivia), en la ciudad de Barco del Nuevo Maestrazgo de Santiago.
Después del descubrimiento del investigador del CONICET Gastón Doucet en el Archivo Nacional de Bolivia (Sucre) de 1981, sería absurdo continuar con la versión de Aguirre fundador. Entre los importantísimos descubrimientos de Doucet se encuentra el hecho de haber descubierto que el Libro de Actas Capitulares de esta ciudad se inició el 29 de junio de 1550; y continuó, sin solución de continuidad, después de la llegada de Aguirre en 1553, después de su intrascendente traslado el 25 de julio de ese año de 1553, y después de su regreso a Chile en marzo de 1554 para disputar con Villagra el gobierno de ésta, ante la muerte de Valdivia.
Los vecinos de la época de la fundación se hubieran extrañado sobremanera de que 400 años después se fuera a considerar fundador de la ciudad a Aguirre por su mínimo traslado. Así lo demuestran las Probanzas de Méritos y Servicios que transcribimos en este libro, recopiladas por el gran Roberto Leviller en el Archivo de Indias de Sevilla. Es más, hasta el mismo Aguirre se habría extrañado.
La cuestión ya fue dirimida en 1555 por la Real Audiencia de Lima, quien era el Juez natural en el litigio de jurisdicción entre las corrientes conquistadoras de Perú y de Chile, representadas en este caso por Núñez de Prado y por Aguirre. ¡Cuatro siglos después se dejó de lado el Fallo que le dio la razón a Núñez de Prado! Absurdo. En este libro, después de valorar el descubrimiento de Doucet, demuestro que los antiguos vecinos de esta ciudad, los de su época fundacional, dejaron en claro a quién debía tenerse por fundador. Ya, antes que yo, lo habían hecho la mayoría de nuestros historiadores. Así lo afirmaron en las siguientes obras -entre otras-: De Orestes Di Lullo: “Santiago del Nuevo Maestrazgo”; “La ciudad robada” (sugestivo título, por cierto). Del sacerdote mercedario fray Eudoxio de Jesús Palacio: “A las orillas del río Dulce”; “Cuarto centenario de Santiago del Estero, 1550-1590”; “Orígenes de Santiago del Estero”. De José Néstor Achával: su “Historia de Santiago del Estero”.
Y la addenda que publicó al producirse el descubrimiento de Doucet en 1981, que no hizo sino confirmar lo dicho en su valiosa obra y sostenido durante sus largos años de cátedra en el Profesorado de Historia de nuestra provincia y sostenido con énfasis en varios congresos de Historia Argentina y del Noroeste. De Luis AlénLascano, quien en su completa “Historia de Santiago del Estero” adelantó, a modo de primicia, el descubrimiento de Doucet de una década antes, como lo hiciera también en su discurso de incorporación a la Academia Nacional de la Historia en 1988.
A lo afirmado en estas obras, debemos sumarle opiniones por ellos vertidas en numerosos artículos periodísticos, clases, cursos, congresos, paneles, etc. etc. Todas en igual sentido. Todas estas valiosas contribuciones son contestes en señalar que esta ciudad se fundó el 29 de junio de 1550 con el nombre de Ciudad de Barco y Núñez de Prado la trasladó dos veces, ya con el nombre de Ciudad de Barco en el Nuevo Maestrazgo de Santiago. Y que el fundador de esta ciudad es el Capitán Juan Núñez de Prado. Sirva para destacar su acertado criterio, aclarar que arribaron a dicha conclusión aún antes del descubrimiento de Doucet de 1981 (que pone fin a la cuestión). Por lo que su mérito acrecienta la consideración que les es debida.
Aguirre usurpó la ciudad y la trasladó 14 cuadras, desde el actual barrio La Católica (calle Balcarce prolongación), hasta la avenida Alsina en su encuentro con el río; y le cambió ligeramente el nombre: “Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo”, que es como en realidad se llama esta ciudad (acortado por la costumbre, como ha sucedido con todas las viejas ciudades argentinas). Las arremetidas del Dulce obligaron al paulatino reasentamiento de que nos habla la Dra. María Mercedes Tenti en su artículo “Fundación de Santiago del Estero. Problemas y perspectivas historiográficas”, año 2003 -siempre hacia el noroeste- hasta quedar conformado el casco actual en 1677, con el 4º edificio de la Catedral en el lugar donde está ahora el 5º, frente a la actual plaza Libertad.
Un solo ejemplo voy a poner para demostrar el absurdo de considerar fundador de una ciudad a quien sólo la trasladó: sabemos a la ciudad de San Miguel de Tucumán la fundó Diego de Villarroel (sobrino de Aguirre y por mandato de éste) en 1565, en un lugar llamado en lengua de indios Ibatín, cerca de Monteros; pues bien, después de 120 años la ciudad fue trasladada a dónde en la actualidad se encuentra, a un lugar conocido entonces como La Toma ¿A alguien se le ocurriría decir que el fundador de San Miguel de Tucumán no fue Diego de Villarroel, sino Fernando Mendoza Mate de Luna por haber dispuesto ese traslado? No ¿no es cierto? Pues bien, el mismo absurdo es considerar a Aguirre fundador de esta ciudad.
Hablamos ya de la gran inundación de principios de 1628, que se llevó medio Santiago del Estero. Y que en 1663 fue la última de las grandes inundaciones que obligaron a la reedificación de la ciudad siempre hacia el noroeste ¿Vamos a considerar a Felipe de Albornoz o a Lucas Figueroa de Mendoza -a la sazón sus gobernadores- como fundadores de la ciudad? Con ese criterio ¿Cuántos fundadores tendríamos? Es necesario comprender que una ciudad es ciudad desde que tiene Cabildo y adónde éste se traslade (y junto con los cabildantes el Libro de Actas capitulares), se traslada la ciudad. Es que el Cabildo era la ciudad. Tenemos el ejemplo de Potosí, que por sus minas de Plata tenía más población que París o que Londres, y que no fue ciudad hasta que no tuvo Cabildo. Y, al contrario, una ciudad no deja de ser ciudad porque se traslade, puede ser una ciudad portátil (como Barco o como San Miguel de Tucumán) y la ciudad va en la carreta que transporta al Libro Capitular; ese es el concepto institucional de la ciudad española, no el concepto físico de un conglomerado de edificios.
Debe erigirse el monumento al único fundador, Juan Núñez de Prado. Y a Francisco de Aguirre seguir honrándolo, porque a pesar de la usurpación del 21 de mayo de 1553, con su conducta posterior demostró merecer su monumento, erróneamente destinado al fundador.
Éste debe ser el monumento dedicado a una figura importante de nuestra época fundacional y primer Gobernador de la Gobernación del Tucumán, Juríes y Diaguitas, cuya capital fue esta ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo, fundada con el nombre de ciudad de El Barco por el Capitán Juan Núñez de Prado el 29 de junio de 1550.
Festejemos, pues, el 25 de julio el “Día de Santiago”, puesto que es el día de Santiago Apóstol; y hagámoslo con el júbilo que merece la justamente llamada “Madre de ciudades”. Sólo tengamos en cuenta que no cumple 463 años, porque ya cumplió 466 el último 29 de junio. Y honremos la figura de su fundador, el Capitán Juan Núñez de Prado.
El tema del fundador de Santiago ya no es un tema polémico. Está definitivamente aclarado. Un decreto de la señora Gobernadora de la provincia debe rectificar el erróneo de 1954 que tiene a Francisco de Aguirre como fundador; y a Diego de Rojas y a Juan Núñez de Prado como sus precursores. Rojas es precursor. Núñez de Prado es el fundador. Dicha medida gubernamental debe enmendar el error en que se ha incurrido y tener al Capitán Juan Núñez de Prado como al fundador de esta ciudad, fundada el 29 de junio de 1550. (Sin perjuicio de que en el mismo decreto se reconozcan los méritos del Capitán Diego de Rojas -el precursor- y del Capitán Francisco de Aguirre -el primer Gobernador y figura importante de la época fundacional-). Así lo solicito la Honorable Legislatura de la provincia y el Honorable Concejo deliberante de esta histórica ciudad, deben tomar -asimismo- las medidas provinciales y municipales pertinentes.
Con esta justa reivindicación, culminaría dignamente el camino de recuperación de nuestro pasado histórico iniciado durante la gestión del Dr. Gerardo Zamora, en la que se creó el Archivo Histórico de Santiago del Estero, la publicación de las Actas capitulares del Cabildo de Santiago del Estero de los siglos 16, 17, 18 y 19, la recuperación de valiosas actas de los siglos 16 y 17 halladas en Córdoba y Sevilla, la continuación de la revista del Archivo de Santiago del Estero (que prosigue la prestigiosa publicación de Dn. Andrés Figueroa interrumpida con su deceso), y otros valiosos logros en idéntico sentido, entre los que podemos apuntar -entre otros y en nuestra ciudad- el Complejo del Centro Cultural del Bicentenario, el Forum que recuperó en magnífica forma nuestra vieja estación del Ferrocarril Mitre, el nombre de Juan Felipe Ibarra impuesto al moderno complejo edilicio que nos enorgullece; y ahora la flamante creación del ente que nuclea nuestro patrimonio cultural en sus diversas ramas.
Una vez tomadas dichas providencias, el monumento a erigirse al verdadero fundador, Juan Núñez de Prado (que podría ser emplazado en la nueva costanera), es de toda justicia y no puede demorar”.
Raúl Jorge Lima
El Camino Real de Santiago del Estero
Hacia mediados de los años 1600, llega a Buenos Aires como gobernador José Martínez de Salazar, quien fuera uno de los más progresistas del período colonial. En 1663 instituye el Camino Real al Perú, que a la altura de la villa de Luján tomaba hacia el norte con el objetivo de alcanzar Lima, capital del virreinato del Perú y la ciudad más esplendorosa de toda América. En Luján comenzaba un desvío hacia Chile al que se llamó Camino Real al Oeste.
Se definía como Camino Real a la red construida por la corona española para unir las ciudades de mayor significación por medio de sendas de una anchura suficiente que permitiera el paso seguro de carretas, animales de cargas y vehículos de pasajeros, al que se sumaban postas de reabastecimiento y descanso.
Las postas eran construcciones establecidas sobre el Camino Real que cumplían una gran cantidad de funciones. Una posta oficiaba como estafeta postal, hospedaje de pasajeros, suministro de alimentos, recambio de caballos y asiento de pequeños destacamentos de soldados con la finalidad de brindar seguridad al propio camino. Eran lugares por los que transitaron todos los funcionarios españoles que venían a cumplir tareas en América, los regimientos militares, todo el comercio entre las ciudades del territorio, los chasquis (mensajeros del correo real) y todos los viajeros dentro de los territorios virreinales. Vale decir que alrededor de las postas, que eran vistas como edificios estatales, se fueron asentando pobladores rurales hasta conformar verdaderos pueblos.
La “Madre de Ciudades”, al instituirse el Camino Real y comenzar su construcción en 1663, se convirtió en el primer destino de importancia para la monumental obra. Vale recordar que Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo era la capital de la gobernación del Tucumán, Juríes y Diaguitas y la sede de la diócesis del Tucumán. Eran los tiempos inestables de varios gobernadores, como Diego de Trejo, Jerónimo Luis de Cabrera y Garay, Lucas de Figueroa y Mendoza y Alonso de Mercado y Villacorta; y era obispo el agustino colombiano Melchor Maldonado y Saavedra.
En el actual territorio santiagueño había 14 postas a lo largo de 93 leguas, unos 465 kilómetros. El Camino Real entraba desde el sur por la actual ruta provincial 18 orientado hacia el río Dulce. Hay que recordar que la disposición de agua potable era fundamental para estos establecimientos. Existían a fines del siglo XVII las postas de Portezuelo, Zanjones, Pampa Grande, Oratorio Grande en Sumampa, Taruca Pampa, Bajada, Mochino, Sauces y Loreto para luego apuntar directamente hacia Santiago del Estero. Las postas de Silipica, donde se encuentra el santuario de la beata Mamá Antula, y Manogasta, de la que sobrevive un histórico cementerio, lograban que el viajero sintiera la cercanía de la capital del Tucumán de entonces. Santiago merecía siempre en esos tiempos el reposo de varios días, ya que era la ciudad más importante en el camino hacia el Alto Perú, que iba a convertirse en destino desde 1762 cuando se estableció el Camino Real con final en Chuquisaca.
Hacia el norte, la “Madre de Ciudades” despedía a los carruajes, los enseres, las mercaderías y los pasajeros rumbo a la posta de Giménez. La última posta en territorio santiagueño era la de los Mirandas para luego en Tucumán, en la posta de Vizarra continuar el camino hacia Lima.
Fuente: El Liberal – https://www.elliberal.com.ar/nota/-571971/2022/03/el-camino-real-en-santiago-del-estero
El Camino Real en la Actualidad
Siguiendo el cauce del Río Dulce, permanece indemne hace siglos el Camino Real que une Santiago del Estero con Tucumán. Una fracción de 60 kilómetros de esa vía que corre paralelo al trazado de la Ruta Nacional 9, fue recuperada a partir del diseño de un programa de Desarrollo Turístico Estratégico, Sustentable y participativo, liderado por esa provincia, el Ministerio de Turismo de la Nación y organizaciones intermedias.
El trecho del Camino Real, que une la capital con la ciudad de Loreto, permite recorrer las localidades de San Pedro, Manogasta, Tuama, Villa Silípica y Sumamao, además de sus respectivas áreas de influencia. Sin embargo, el destino ineludible marcado por las guías turísticas es Upianita, una pequeña localidad repleta de tradiciones y festejos, que cuenta con una pintoresca feria artesanal.
El Camino Real es un hito en la historia colonial. Por siglos fue el paso obligado para las expediciones que iban al Norte, y durante mucho tiempo fue la única vía de comunicación entre Buenos Aires y Potosí. Después de la gesta de 1810, esta fue la vía que tomaron Castelli, Balcarce, Dorrego, Belgrano y San Martin durante las luchas por la independencia nacional.
Al trazarse la Ruta Nacional 9, el Camino Real fue perdiendo relevancia y los pueblos adyacentes cayeron en el letargo permanente que caracteriza a Santiago del Estero. Desde 2005, las autoridades provinciales buscan impulsar la actividad económica de la zona a través del turismo sustentable.
Con esa directriz, cada fin de semana se recrea en el camino las ancestrales costumbres del pueblo, lo que lo convierte en un atractivo turístico sin igual.
Atractivos Turísticos: Feria Artesanal de Upianita
El principal atractivo del Camino Real es la Feria Artesanal de Upianita, que se realiza cada sábado. Allí se puede disfrutar de un paseo en sulky o a caballo, además de una guitarreada a la sobra de los añosos algarrobos, mistoles y chañares. Es infaltable repertorio de chacareras, zambas y chamamés de grupos folclóricos que acompañan a las familias que comparten la mesa en la feria.
La feria cuenta con un menú gastronómico típico de la cocina popular tradicional santiagueña. Desde empanadas de carne, pollo, vizcacha y charqui hechas en horno de barro, hasta lechones, cabritos y chivitos asados a la parrilla, pasando por quesos y quesillos elaborados de manera artesanal por trabajadores de la zona. Además cuenta con un escenario netamente natura y tradicional. Piso de tierra, una represa, bancos y mesas hechos con cortes de madera artesanales bajo la sobra de árboles que componen el paisaje de esta feria típicamente santiagueña.
Como no podía ser de otra manera, los artesanos también acercan sus productos con el distintivo sello de las imágenes de esta ancestral cultura argentina.
A la feria en sí misma, se suma el trayecto que une Upianita con Santiago del Estero. Se trata de más de 25 kilómetros de camino bordeado de señoriales fincas alineadas, lo interesante es que el paisaje se matiza con cultivos de alfalfa, ganado pastando y pequeñas huertas familiares, que le dan al trayecto un colorido muy singular.
Manogasta
Continuando al sur del Camino Real se levanta el pueblo de Manogasta, una antigua población indígena que se trasformó en un asiento de la colonia. Una característica curiosa, es que la ruta está cortada por un enorme algarrobo que, cuenta la tradición, fue donde descansó San Martín, a quien se dedica un monumento en la puerta de la capilla Santa Bárbara.
Justamente la parroquia es una de las atracciones principales del poblado, destacada por su arquitectura colonial y su singular imaginería. Además, es epicentro de la fiesta patronal de Santa Bárbara los primeros días de diciembre, la cual combina rituales ancestrales, jineteadas y ceremonias religiosas.
Tuama y Silípica
A pocos kilómetros está Tuama, centro de la vida social, económica y política en las primeras horas de la conquista, punto donde se toparon las corrientes expedicionarias de Chile y Perú. Cuentan que durante el siglo XVIII la localidad alcanzó el mayor prestigio, según consta en los documentos de la época que muestran al Curato de Tuama como uno de los más grandes de la región.
Allí se llevó a cabo un famoso juicio a dos indias por el delito de “hechicería”. Es de ese hecho puntal que surge el relato histórico conocido como “Hechiceras de Tuama”, una experiencia que marcó la identidad del pueblo. Con el tiempo, la población fue diezmada y hoy apenas perviven unas pocas familias en el inhóspito paraje.
El paisaje agreste cambia por completo en diciembre. Los primeros días del mes se conmemora el día de la Inmaculada Concepción de María, con oficios religiosos y populares en la Capilla y el Cementerio. Además, ese día tiene lugar la “corrida de indios”, una carrera de promeseros que llegan desde parajes cercanos a los pies de la Virgen.
Luego continúa Villa Silípica, recordada como posta del “indomable cacique Chanamba”, es de las más antiguas localidades de la provincia. Su veneración a la Virgen de Monserrat habla del paso de los españoles, que dejaron marcada con sangre su presencia, apropiándose de tierras y vidas, dando un vuelco significativo a la historia y transformando la geografía física y social santiagueña. Sin embargo algunas usanzas, como la fabricación de erkes, se han conservado y son clave en cada procesión lugareña, conocidas como “Vivas” y “Corridas”, carreras de promesantes en homenaje a sus santos patronos.
Fuente: https://www.ellitoral.com.ar/corrientes/2016-4-19-1-0-0-el-camino-real-de-santiago-del-estero